Leer y escribir

Aprender a leer y a escribir fueron dos de mis grandes regalos de la infancia. La lectura me dio la posibilidad de hacer nuevos amigos, amigos eternos que hoy todavía me acompañan en el camino; y la escritura, con mis queridos e inseparables lápiz y papel, me abrió las puertas al mundo de la creación.

Escribo desde muy niña y no por el hecho de escribir, ni por querer ser escritora. Escribo por necesidad, porque si no, ya me habría vuelto loca. Y es que no hay mejor terapia que la escritura, porque esté donde esté, sola o acompañada, triste o inspirada, o puede que todo a la vez, ahí están siempre mis fieles lápiz y papel, dispuestos a quitarme de encima el peso de la incertidumbre humana.

Queridos lápiz y papel, hoy os escribo a vosotros para daros las gracias por todos estos años de amistad incondicional. Y también a mis amigos inmortales, que vivís entre las páginas de los libros y siempre volvéis a mi lado, sin importar cuántos años hayan pasado. Hoy os celebro con cariño y alegría, y me tomo un vinito blanco a vuestra salud, por los años que hemos pasado juntos y por todos los que todavía nos quedan. ¡Chin chin!