Titiritera

Todos mis monstruos tienen la boca entreabierta,
los colmillos ensalivados
y un ladeo de cabeza tan amenazante como inofensivo;
y a su lado, siempre la figura maternal,
sin juicio ni condena,
la pureza que acoge la oscuridad como parte de su esencia,
la niña que abraza a la bestia
y el hombre que enciende su pipa,
mientras contempla la cima de la montaña más alta,
donde ya no existen dudas ni preocupaciones,
únicamente la certeza de poder alcanzar el fundamento del miedo
y descubrir que el titiritero que se esconde detrás de la cortina soy yo y sólo yo.
Yo soy mi titiritera y apenas sé qué es un hilo.

Querido hermano

La vida pasa y el pasado no vuelve.
No es una tragedia, sino la realidad de la vida humana.
Así, en lugar de disfrutar sin límites el presente,
nos refugiamos en la nostalgia del recuerdo,
que un día fue tan presente como este mismo momento
y que seguramente pasásemos por alto
al compararlo un pasado más lejano.

Tú y yo, hermano,
tenemos el viento a favor
y aún nacidos con estrella,
a veces se nos ponen los ojos tristes
y desesperamos,
y nos encabronamos,
y nos llamamos por teléfono,
y condenamos juntos al mundo que tan desesperadamente tratamos de salvar.
¿Pero qué mundo vamos a salvar tú y yo,
si todavía no hemos aprendido a salvar nuestro propio presente?

Querido hermano,
en ésta somos compañeros de pupitre,
así que volvamos a ser niños,
que en realidad aún es lo que somos,
y celebremos nuestro presente de hoy,
que sin duda será nuestro pasado de mañana.

Felicidades.

Leer y escribir

Aprender a leer y a escribir fueron dos de mis grandes regalos de la infancia. La lectura me dio la posibilidad de hacer nuevos amigos, amigos eternos que hoy todavía me acompañan en el camino; y la escritura, con mis queridos e inseparables lápiz y papel, me abrió las puertas al mundo de la creación.

Escribo desde muy niña y no por el hecho de escribir, ni por querer ser escritora. Escribo por necesidad, porque si no, ya me habría vuelto loca. Y es que no hay mejor terapia que la escritura, porque esté donde esté, sola o acompañada, triste o inspirada, o puede que todo a la vez, ahí están siempre mis fieles lápiz y papel, dispuestos a quitarme de encima el peso de la incertidumbre humana.

Queridos lápiz y papel, hoy os escribo a vosotros para daros las gracias por todos estos años de amistad incondicional. Y también a mis amigos inmortales, que vivís entre las páginas de los libros y siempre volvéis a mi lado, sin importar cuántos años hayan pasado. Hoy os celebro con cariño y alegría, y me tomo un vinito blanco a vuestra salud, por los años que hemos pasado juntos y por todos los que todavía nos quedan. ¡Chin chin!

Reflexión sobre “Ante la ley”

Estoy a punto de alcanzar la sobriedad absoluta.
Después de haber llorado y desesperado frente los implacables muros de la vida,
e incluso imaginado el descanso eterno junto al guardián de la ley,
al final siempre encuentro la grieta entre los ladrillos,
la rendija a ras de suelo,
el agujerito por el que se cuela la luz de la esperanza.
Alcanzaré la sobriedad absoluta el día en que mire al guardián a los ojos
y le ordene hacerse a un lado,
porque ningún rey se inclina ante sus guardianes para poder pasar.

Causa ↔ Efecto

El principio de causa y efecto es bidireccional:
la causa es fundamento del efecto,
el efecto es el catalizador de la causa.

El constante devenir arrastra consigo
la linealidad del tiempo humano
y lo causal se transforma en retrocausal
bajo la sonrisa del eterno retorno.

Así, pasado es futuro,
y futuro es pasado,
y nosotros, humanos, vivimos únicamente
en la eternidad del presente,
culmen perfecto de todos los tiempos.

Impuestos, del verbo imponer

Hace falta ser mafioso avaricioso para robarles impuestos a los ciudadanos, tirarles un par de migajas y encima esperar que te estén agradecidos. Y es que hoy en día hay ya impuestos para todo: para lo que compras, para lo que vendes, para lo que utilizas, para lo que ganas, para lo que pierdes… Hasta por morirse hay que pagar impuestos.

Desde pequeños nos enseñan que hay que trabajar para vivir, pero lo que en realidad hacemos es trabajar para sobrevivir, mientras alimentamos a gobiernos corruptos y demás primos y familiares afiliados. Así, al final de la jornada laboral podemos sentirnos realizados e imaginar cómo nuestras horas de trabajo se transforman en un traje de diseño, o en el “lleno, por favor” de un coche oficial.

Los detalles relevantes

Quizá los pequeños detalles sean en realidad constantes e inconscientes esfuerzos por sobrevivir: un desvío de atención; olvidarse de algo y volver a recogerlo, o no; dolencias y coincidencias…
Quizá sean el eco de principios universales básicos, diminutos reflejos de las corrientes que gobiernan la maquinaria de la existencia.
Quizá detrás de acontecimientos en apariencia irrelevantes e inconexos se escondan las coordenadas del mapa intuitivo que nos mantiene con vida y nos guía en el camino.

El tic tac del reloj orgánico

Tienes un puzle con un número de piezas entre indeterminado e infinito,
y un periodo de tiempo limitado en el que cada pieza encaja
con una, dos, tres o cuatro del resto de las piezas.
Empieza el juego y con él, el incesante tic-tac del reloj orgánico.
“¿Y de qué es el puzle?”, preguntas tú.
No hay respuesta y mientras tanto el reloj: tic, tac, tic, tac, tic, tac…
Y dos piezas te encajan y otras dos más y hasta tres y de repente…
DONG!
dejan de encajar, se te ha pasado la hora.
Y sigues buscando
y haces dos grupos
y quieres juntarlos
y parece azul.
¿Será el océano?
Y el tiempo pasa y…
DONG!
ya no encajan otra vez.
Y pasa la vida y te preguntas,
¿pero de qué era el puzle?
¿Y si nunca llego a saberlo?
¿Y si es así, acaso puedo hacer otra cosa que seguir montándolo?
Y el tic-tac del reloj orgánico te acuna hasta que te quedas dormido
y te despierta con un DONG estridente,
porque el puzle todavía no está terminado.

Yo, tú, él y ella

El otro día me puse a pensar,
¿por qué yo soy yo y no tú, o ella?
¿Por qué él no es tú, o yo?
¿Y tú, por qué no eres yo, o él?
Al final llegué a la conclusión de que en cualquiera de los casos,
todos seguiríamos siendo yo, tú, él y ella.
Así que yo soy tú,
tú eres ella,
él soy yo
y así sucesivamente,
y también al revés.

Despierta

¿Estás ahí?
Tengo algo que decirte.
Ya lo sé, hace mucho que no hablamos.
Llevo tiempo pensando en escribirte, pero me cuesta romper el hielo. Como si no nos conociésemos desde hace años.
¿Te acuerdas de nuestras charlas interminables sobre la vida y el mundo, en las que nos turnábamos el papel de mandamás, mientras hacíamos y deshacíamos a voluntad?
¿Y de los planes maestros que inequívocamente llegarían a la meta marcada?
¿Y de la seguridad que teníamos en la razón, diosa de la verdad absoluta?
¿Y de la firmeza con la que distinguíamos el bien del mal, lo correcto de lo incorrecto, la razón de la locura?
Era tan fácil enterrar el caos en el trastero…
¿Pero cuánto tiempo ha pasado ya? Y no me refiero a días, ni a años, sino a pensamientos. Llevamos millones de pensamientos sin vernos. ¿No te parece que es hora de que reconectemos caminos? Por los viejos tiempos, y por los nuevos que ya llegan.
Últimamente he estado pensando en revisar el contrato social. Ya sabes que eso de haber nacido esclava con ilusión al voto me revuelve la alegría. Si tienes un rato, quizá te apetezca echarme una mano.
Te espero.